Del tiempo necesario para volver
Hace mucho tiempo que no actualizo mis
blogs. No es desinterés, ni como dicen muchos, que ya sea una moda
pasada. El blog para mí significa reflexión, escribir pausadamente
sobre un tema o varios que te interesan o te fascinan, o simplemente
pensar en alto sobre cosas que me preocupan personalmente. Son
apuntes que vas coleccionando sobre la actualidad, sobre temas que te
apasionan o simplemente retazos de tu vida. Y la verdad es que antes
de irme de vacaciones mi ritmo de vida me hacía volcarme más en los
140 caracteres de Twitter que además automáticamente actualizan mi
Facebook o mi perfil de Linkedin. Comentarios breves y rápidos sobre
ese tema que te acaba de llamar la atención, enlazar algún artículo
interesante o simplemente contactar con los amigos para que sepan que
sigues viva y te interesas por lo que les sucede. No había mucho tiempo para escribir reposadamente un texto.
Pero llegaron las
vacaciones, unas vacaciones que necesitaba para reponer fuerzas
físicas y mentales. No se trata de no hacer nada, sino de hacer
todas esas cosas que no puedes hacer el resto del año. Así que
empecé mis vacaciones desconectando completamente y embarcándome en
la gira “Cantabileando 2012” del Coro Cantabile, un viaje de 5
días a Madrid para que estos chicos demostraran en la “capital”
cómo cantan. Y ¡vaya si lo demostraron! En San Francisco el Grande, pero sobre todo en la Basílica del Monasterio del Escorial repleta de público. 5 días de risas y música, y de reencuentro,
breve, pero reencuentro, con esos amigos que vas dejando en los sitios
en los que has vivido, fueron el inicio perfecto, la mejor forma de
olvidarme del trabajo.
Pero tras una breve pausa logística (deshacer
maletas para volver a hacerlas) nos fuimos en busca del sol, y lo
encontramos en Maspalomas. Allí pude lograr que la vitamina D se
fijara en mis huesos, al tiempo que dejaba atrás mi color enfermizo,
pero sobre todo descongestionar mi cabeza para dejar sitio a lecturas
atrasadas, al placer de resolver sudokus y crucigramas y a pasear mi
mirada lentamente por esas cosas que a veces pasan desapercibidas.
Pero el tiempo en el paraíso lejano también se acaba y hay que
volver al paraíso propio, al que te permite ver las puestas de sol
en el Orzán, escuchar a la Orquesta Sinfónica de Galicia en MaríaPita o estar con la familia en Vilasantar jugando partidas
interminables e intergeneracionales al Uno hasta altas horas de la
madrugada.
Y así, hoy, que es mi último día de
vacaciones, me ha dado tiempo a repasar todo esto y darme cuenta que
aunque al fin he podido descansar, pasear, nadar, reirme, viajar,
comer cosas ricas de aquí y de allá, estar con los amigos,
comprobar si la fama de Kate Morton es merecida, o engancharme a los
libros de Juego de Tronos, todavía tengo la sensación de que podía
haber paseado más por la playa, haber visto más cosas, haberme
reunido con más amigos, o haberme reido más. Porque de todo eso
nunca tengo bastante.
El caso es que mañana empieza de nuevo
la rutina del trabajo. Y aunque el otoño se presenta completito:
nuevos proyectos que presentar en la EIP, seguir con el doctorado, el XIII Congreso Internacional de Protocolo, las elecciones gallegas,
etc., tengo que confesar que lo único que me hará ponerme de verdad
de mal humor es...¡EL DESPERTADOR!
¡Ojalá que lo único que te ponga de mal humor sea el despertador!
ResponderEliminarY volver...
ResponderEliminarYa está aquí el momento. Siempre podrá quedar al atrás mas creo que la busca de lo que habría poder sido y no fue, posee escasa respuestas. Una de ellas podría ser levantarse al fragor del despertador y saborear los soles, las risas, los paseos, los mares, los sones... del estío para entreabrir las ventanas de otro trecho que se abre.
Ponto de Hércules.
Desde el mar de mis límpidos afectos,
entre tiempos inundados y con brío de flor,
aparece, inesperadamente , una oceánida de Monte Alto,
como un regalo que el titán traslada desde el confín,
como una estrella que señala los caminos de la noche,
como una anduriña que cruza los bajos submarinos,
como una brújula que busca islas inventadas,
como una mariposa en el mástil de una gamela,
como un azul en un pailebote blanco,
como un claro en la niebla nocturna marina,
como un mensaje en la botella del naúfrago,
como un sueño entre sonoros horizontes lejanos,
como una Santa Trahamunda entre palmas.
Buen inicio de un curso repleto.
Disculpa la intromisión, si molesto. Puedes hacérmelo saber.
José Luis
Luis, me encanta verte por aquí. Bienvenido a mi casa virtual!
ResponderEliminarJosé Luis, aquí todo el mundo es bienvenido y más todavía si entran con poesía y mencionan a Monte Alto. Sólo espero que no sea la primera y única vez que te sientas en mi sofá. Bicos