Del protocolo y el desconocimiento.

Dejadme que hoy dedique un trocito de este espacio personal, a algo profesional, porque últimamente estamos leyendo en la prensa artículos relacionados con el protocolo, con mayor o menor acierto, y tengo que expresar mi opinión al respecto.
El protocolo está en boca de todos gracias al CV de Juan Manuel Moreno, la ausencia de la presidenta de la Junta de Andalucía a unos premios, el caso Más, o porque un Jefe de estado que viaja otro país lo hace solo,  entre otras cosas. Eso, sí, permitidme la licencia que no meta lo de Belén Esteban en este lote.
Y toda esa polémica en cuanto al protocolo ha puesto en evidencia sobre todo una cosa: el poco conocimiento que tiene la mayoría de la gente de lo que significa realmente esta profesión. Porque poner verde a un político que "sólo tiene un grado oficial en protocolo" (el resto de la polémica respecto a su CV es otra cosa) como si esto del protocolo sólo se refiera a saber comportarse, cómo vestirse o cuándo debemos utilizar pamela implica un desconocimiento total de lo que estudian los que de verdad se preparan para esta profesión. Y me refiero a los que se preparan de verdad, porque es cierto que en este mundo hay mucho intrusismo y que hay  gente que con un curso de 20 horas o de 300 ya se cree que lo sabe todo al respecto. A esa gente sólo les pido que miren los programas de los grados oficiales que existen en universidades públicas y privadas, y que luego opinen. Aquí tienen uno.
Sobre los casos de las ausencias o plantes de políticos en los eventos, me gustaría decirles a esos representantes públicos que el protocolo no es un juguete a su servicio para utilizarlo a su conveniencia y sacarse de la manga una carta que les ampara en determinadas ocasiones, sirviéndoles de excusa cuando les viene bien o de chivo expiatorio cuando les viene mal. 
El protocolo sirve para organizar los eventos de las instituciones, organismos o entidades públicas y privadas dándoles un cierto orden para que todo el mundo haga su función respecto al cargo que ocupa como representante de esa entidad.  Porque los profesionales del protocolo trabajan para las instituciones, no para las personas como individuos, sino como representantes de esas entidades  u organismos, para que ejerzan esa labor de representación de los ciudadanos de la manera correcta. 
Pero hoy he leído un artículo de Carmen Marón en El Ideal gallego con el título "Un protocolo obsoleto" y he de decir que es cierto lo que Carmen propone.  Siempre les digo a mis alumnos, y ellos están de testigos, que el protocolo avanza, pero siempre avanza más lentamente que la sociedad. Así que coincido en la parte del artículo que dice que hay que centrarse en la parte institucional y no en la personal y que no nos debe importar el estado civil ni la orientación sexual de las personas, y  que hay que revisar el papel de la función de las primeras damas. 
Pero el caso es que en la actualidad ese papel está establecido y pautado en muchos países, como es el caso de los Estados Unidos en el que tiene una serie de funciones y que entra dentro del organigrama de la administración y que en el caso de la visita de Hollande, dentro de la planificación cerrada de visitas oficiales de jefes de estado extranjeros, hay una parte del programa dedicada a las actividades de las primeras damas. Al acudir el presidente Hollande sin acompañante, toda la planificación de ese programa alternativo que lleva preparándose desde hace bastante tiempo (una visita de estado no se concreta de un día para otro, como os podéis imaginar) debe ser cambiada, no porque sea debido a una ruptura sentimental, sino porque viene una persona en vez de dos.  Y creedme que no implica lo mismo que cuando a una comida que tenéis programada en vez de venir 12, vienen 11. 
Así que cuando habléis de protocolo no lo desprestigiéis identificándolo sólo con la educación social, porque en realidad sólo estaréis demostrando un desconocimiento profundo del tema,  pero además también me gustaría pedirles a los políticos y representantes de las instituciones que no utilicen el protocolo en beneficio exclusivo de su imagen personal, y si la norma  les viene bien para sus fines políticos, el protocolo es estupendo, y si alguien les acusa de algo, la culpa es de la normativa protocolaria que ellos se limitan a cumplir, pero que en aquellos casos que la norma no se ajusta a  sus intenciones, entonces nos la saltamos y si dicen algo es que el equipo de protocolo no lo hizo bien. 
Y aunque detrás de esto todavía quedarían muchos aspectos a debatir, como por ejemplo, si en los gabinetes de protocolo hay gente con la cualificación adecuada, o sólo gente de confianza sin ningún tipo de preparación en protocolo, lo que sí es cierto, es que como en otras muchas profesiones, visto lo visto, aún hay mucho camino que recorrer y mucho que reivindicar. Y en eso estamos.

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