De la impasibilidad

Hoy he leído la prensa a ratos, y como me suele pasar muy a menudo, después de leer unos cuantos artículos, el nivel de cabreo final es exactamente proporcional al número de cosas que leía.
No os los voy a enumerar todos, pero hay dos que merecen una mención especial. El primero es éste: 
Educación solo dará complemento Erasmus a becarios de ayudas generales. Sí, sí, lo habéis leido bien, y no sé si me indigna más que se haya eliminado esa beca, o la forma en la que lo han hecho. ¿Qué va a pasar con esos estudiantes que se apuntaron al Erasmus pensando que las condiciones eran unas, y ahora por arte de birlibirloque, las cambiamos por otras cómo, cuando y porqué nos da la gana?
Y la segunda noticia digna de mención es ésta: Pablo Crespo: “Yo repartí sobresueldos en b y tengo todos los nombres”. Que en este país alguien se digne a soltar esas perlas por la boca en un medio o varios de comunicación y la justicia siga sin actuar es para echarse directamente a llorar.
Hay más, como  las declaraciones de Rosa Díez hablando de limitación de mandatos ( así con dos...), o ésta de mi propia ciudad, o esta otra. Mejor no sigo.
Ante todo esto, en general la sociedad sigue impasible. Tragamos con el paro, las mentiras, la pobreza, con que nos esquilmen poco a poco, con que los de siempre se salgan de rositas, etc., etc. Nada, aquí seguimos como el que oye llover. Pero claro es que he ido a mirar el diccionario y me he llevado la sorpresa de que aunque la primera acepción de impasibilidad es la "Cualidad de impasible", o sea, incapaz de padecer o sentir, indiferente o  imperturbable. Pero la segunda es "Una de las cuatro dotes de los cuerpos gloriosos, que los exime de padecimiento" Pues seguro que va  a ser eso ¡que somos cuerpos gloriosos! 

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