Mis poetas invitados

Hace ya mucho tiempo que no le dejo este espacio a la poesía y como el tema del tiempo es redundante, hoy traigo hasta aquí un poema de Federico García Lorca que escribió en 1919 publicado en su primer Libro de poemas (1921).

LLUVIA
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

Comentarios

  1. No nos debe confundir este poema tan hermoso, porque no es lo mismo la lluvia de Garcia Lorca en 1919 por Granada que la que nos está cayendo últimamente por Coruña. Vamos, a mi ni se me parece

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  2. Pues no, Virtu, pero es que al menos algo bueno debe tener ¿no?

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  3. Poco verano.
    Más bien un invierno un poco caluroso es lo que estamos viviendo en Coruña desde hace meses.
    Pero se duerme mejor aquí, más frescos y sin calores, que en Granada.

    Saludos desde el Agra a M. Alto.

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  4. Hola Jim, bienvenido. Más fresco que en Granada, no lo dudo, pero no estaría de más que tuviéramos un poco más de sol que en el invierno.

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  5. Otro día lo leo... aquí tenemos semana de sol y es que ni quiero pensar en la lluvia...
    Un supersaludo

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  6. y más lluvia... y más lluvia... ¿no ves cómo se contagia?

    bicos,

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  7. "¡Oh lluvia franciscana..."

    Pues a ver si los franciscanos, que se llevan tan bien con la naturaleza, rezan un poquito para que deje de llover.
    Y si no lo consiguen, habrá que ponerse en contacto con los capuchinos, que algo tendrán que saber, digo yo...

    Parece que Lorca conocía bien la lluvia para se tan del Sur. Hizo muy mal en no quedarse a vivir en Santiago.

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