La culpa es sólo suya

El 25 de noviembre fue declarado día Internacional contra la violencia hacia las mujeres en el primer encuentro feminista de Latinoamérica, que se celebró en Bogotá en julio de 1981. En este encuentro las mujeres denunciaron la violencia de género en todos los ámbitos de la sociedad, los malos tratos y los asesinatos en el hogar, las violaciones, el acoso sexual, y la violencia en general hacia las mujeres, incluida la tortura y abusos sufridos por prisioneras políticas. Se eligió este día para no olvidar el asesinato de las hermanas Mirabal, tres activistas asesinadas en 1960 a manos de la policía secreta del dictador Trujillo, en la República Dominicana.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ya aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer en 1993, entendiendo por violencia contra la mujer: “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada” y en 1999 designó el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Según las Naciones Unidas, al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha sido golpeada, coaccionada sexualmente o ha sufrido otro tipo de abuso en su vida, siendo -generalmente- el culpable de los abusos un conocido. Una de cada tres.

En muchos casos, el maltrato tiene como consecuencia la muerte física de la mujer, convirtiéndose así en portada de los periódicos y en titular de los Telediarios. En una estadística que se convierte en una losa para la sociedad. Una losa con la que tendremos que cargar hasta que se pongan todos los medios para que acabar con este mal endémico que arrastramos desde tiempos inmemoriales y que sólo se cura con educación. Porque esto no es una caricatura del hombre prehistórico que elegía a su pareja entre los miembros de la tribu y la arrastraba por los pelos hasta su cueva.
En el resto de los casos, en los que el maltrato no acaba en asesinato, la consecuencia sigue siendo la muerte, la muerte en vida. Porque esas mujeres, están enterradas por su miedo, por su dolor, por su impotencia, por su falta de autoestima.
Porque si te degrada, no te respeta.
Si te insulta, no te quiere.
Si te pega, no te ama.
Y la culpa es suya, sólo suya.

Comentarios

  1. Ese es el problema, la aniquilación psíquica.
    Siempre me he preguntado como es posible que ninguna de ellas le haya clavado el cuchillo jamonero en la garganta a su adorada pareja.
    No me han tocado nunca, pero si algún día a alguien se le ocurre, se va a encontrar con la alegría de un combate cuerpo a cuerpo.
    A lo mejor recibo la peor parte, pero él llevará lo suyo.
    ¡Vaya que sí!

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  2. Muy bien, Titajú, tú eres una mujer fuerte que no se dejará sojuzgar nunca. Pero piensa en las mujeres que no son como tú y en las que empezaron siendo unas ingenuas y ahora ya están tan machacadas que no pueden salir de ahí. Hacen falta soluciones sociales, como dice PMM, educación, y después más educación, y finalmente un poco más de educación. Y mientras esto rinde sus frutos, un poco de coerción y de punición, y de protección para esas cuyas circunstancias no le permiten plantarse ante el maltratador, como tú, o yo, haríamos. Un abrazo a las dos.

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  3. Por eso te digo que el problema es la aniquilación psíquica.
    Curar el cuerpo es relativamente fácil.
    Lo difícil es recuperar a una persona que tiene la autoestima= -7
    Un beso para las dos también desde aquí.

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  4. Hay tantas injusticias en este mundo que no nos van a llegar los días del calendario para "celebrar" el día de cada una de ellas.
    A veces pienso que para celebraciones es mejor volver al santoral de toda la vida,por lo menos siempre podremos felicitar a alguien.

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  5. Pues creo que en el fondo se trata de eso Matapollos, que como hay tantas, ya nos vamos acostumbrando y las dejamos pasar. Así que no está mal que de vez en cuando dejemos de esconder toda la porquería, y alguien la enseñe para decir: ¡Cuidado!, esto sigue aquí y no miréis para otro lado. Clares y Titajú,por lo que se ve somos fuertes, pero lo que me asusta es que entre esas mujeres que ahora ya no tienen ni un ápice de autoestima, y entre las que ya no pueden contarlo, alguna habrá que en algún momento dijera: a mi eso no me pasaría. La dependencia que tenemos los humanos del cariño, nos hace vulnerables, aunque ese cariño después se transforme en algo que puede acabar con nosotros.

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  6. Al igual que TODOS LOS DÍAS también me he acordado de esas mujeres que no son respetadas, ni queridas… más bien todo lo contrario. Y NO ES CULPA SUYA.
    Biquiños,

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