El significado de mi nombre

Hoy he recibido un email con una de esas presentaciones que hace la gente sobre temas variados: el amor, la amistad, algún chiste, etc. En este caso era sobre los significados de mi nombre. Y esto me recuerda a la entrada que escribí sobre ¿Cómo soy? según mi signo zodiacal.
Bueno el caso es que el significado es Advocación de la Virgen del mismo nombre. De origen español. Y las mujeres con este nombre (¿todas?) son racionales, abiertas y sinceras, tienen un gran sentido común y son muy comunicativas. Sólo los que la rodean, conocen su verdadera forma de ser. Siempre están dispuestas a ayudar cuando alguien las necesita. En el amor, somos dulces y leales, eso sí, si nos enamoramos de verdad (¿Se enamora alguien de mentira?) Somos minuciosas aunque también nos sentimos superiores. Y así, durante 30 diapositivas más con una música chill-out.
Aunque ahora que lo pienso, no he dicho cuál es ese nombre.
En la presentación de este blog, y en los comentarios que dejo en muchos de los vuestros, todos me veis como pmm y puede pareceros que me lo he puesto para que nadie identifique este blog con mi persona. Pues si es eso lo que creeis, os equivocais.
Me llaman de muchas maneras. La más utilizada, aparte de mamá, no es mi nombre real, que aunque es Mª del Pilar, paradójicamente, así no me llama nadie. Pilar, mucha gente. Mari Pili, una. Pero Mª del Pilar, jamás.
En general mis amigos y familia me llaman Pili. Mis alumnos, Pilar. Pero mis compañeros, bueno, lo de mis compañeros es un galimatías. Uno de mis jefes, por eso de que es asturianín, me llama Pilina, y el otro, que también, entre Pilina y Pilarina. Un compañero navarrico, Pilarica. Mi gran compañero de fatigas y sucesor en mi anterior cargo allá por los madriles, Muku. Algún otro Pilimu. Pero muchos, muchos, pmm. A veces, incluso el de Pilarina, también.
PMM son las iniciales de mi nombre y apellidos. PMM es lo que en mi dirección de correo electrónico del trabajo va antes del @nombre de empresa.com. PMM es el nombre para mis amigos del ciberespacio. Eso sí, he intentado buscar como son las mujeres que responden a alguno de esos nombres y no lo he encontrado por ningún lado.
Si os dais cuenta, la mayoría son adaptaciones cariñosas, que me hacen diferente al resto de personas que se llaman como yo, Mª del Pilar, que además suele ser por el único nombre por el que no respondo (a no ser que esté en la consulta del médico). Así que llamadme como queráis, pero siempre con cariño. Si es así, prometo contestar.

Pero lo que me ha impulsado a escribir esta entrada al recibir ese correo, no fue el hecho de conocerme a mí misma un poco mejor ¿?, sino darme cuenta de la importancia de un nombre. Porque ¿qué pasaría si me llamara Asha, Faliha, Sauda o Bathsheba?
Primero, que seguramente mi lugar de origen no fuera el que es, sino otro, en el que la palabra crisis, no fuera algo que sucede esporádicamente, sino que sería algo con lo que tendría que convivir cada día.
Segundo, que sería una candidata bastante probable a no poder tener un blog en el que hablar sobre lo que quiero, porque probablemente no me hubieran dado la oportunidad de ir a una escuela, y mucho menos de acceder a la tecnología y los medios necesarios para hacerlo.
Tercero, que seguro no sería libre de opinar, ni tan siquiera de decidir cosas tan naturales para las personas con nombres como el mío real, como lo que quiero o no quiero ponerme encima, tanto por la precaria situación económica de mi familia, pero sobre todo, porque con alguno de esos nombres, probablemente tendría que someterme a lo que una creencia religiosa determinada me obligara a acatar.
¿Más? Probablemente tendría que trabajar cobrando mucho menos que mis compañeros masculinos, podría morirme al dar a luz, me lapidarían si cometiera un “desliz” con un hombre casado o si mantuviera relaciones sexuales antes del matrimonio. Podría seguir.
Afortunadamente hay mujeres en el mundo con nombres como Asha, Faliha, Sauda o Bathsheba que pueden tener una situación distinta, pero son una minoría.

Por eso, ese mensaje me ha servido para recordarme lo que de verdad puede haber detrás de un nombre.

Comentarios

  1. El nombre que se le da a una persona parece algo arbitrario y sin importancia, pero en realidad no lo es. Pueblos antiguos daban un nombre público a los nacidos y escondían el verdadero nombre bajo un árbol y otros lugares simbólicos. Los hindúes van al brahmán a que apunten el nombre de la criatura recién nacida en un libro que es sagrado. Curiosidades, pero muy significativas.
    Te llamas Pilar, como mi hermana. A ella se lo pudieron por una hermana de mi padre que murió a los cuatro años de meningitis, ya sabes, aquellos tiempos. La madre de mi marido se llamaba Pilar, y le pasaba como a ti, que le decían todo tipo de diminutivos cariñosos. A mi hermana le llamamos Pilar o Pilarica, porque en Murcia es común ese diminutivo en -ica.
    Y yo... tengo un nombre que me gusta, pero que es muy problemático en cuanto salgo de mi región y no te digo nada de España. Me habría gustado tener un nombre de esos que yo llamo universales, como María o Ana, o Luisa. Pero no elegimos nuestro nombre, nos lo imponen. En otra vida me gustaría llamarme... No sé. Lo que mis padres me pusieran, qué le vamos a hacer.
    Pero tienes toda la razón, el origen marca el nombre, y el nombre y el origen marcan la vida, las libertades, las oportunidades... Es asi, por desgracia.

    ResponderEliminar
  2. A mi no me miréis; me llamo Julieta, como mi abuela, tía, mil doscientas primas y una sobrina.
    Titajú viene de mis sobris, que no podían pronunciarlo de bebés. Mi abuela siempre fue "Abuela Ju" y de ahí viene el mío.
    Normalmente me llaman Ju. Pero siempre miro cuando oigo Juliana, Violeta, Tatiana, Julia o Julita, y el 99% de las veces va por mi.
    Mi hermano me llama Juli, cosa que odio, y mi padre Bolillín, porque era pequeñita y redondita.
    40 años después no soy pequeña ni redonda (ovalada, quizás), y he evolucionado a Bolilla. Pero como alguien me llame así, le retiro el saludo.
    En cuanto a la etimología de mi nombre, no quiero ni pensarlo, y jamás se me pasaría por la cabeza suicidarme, y menos de amor.

    ResponderEliminar
  3. Pues yo soy Pilar por mi abuela paterna, y menos mal que fue esa, porque si me llegan a poner el de mi abuela materna, a pesar de que la quería mucho, vamos seguro que sí que me lo hubiera cambiado. peor lo del suicidio tampoco, Titaju.
    Como dice clares, parece algo arbitrario pero no lo es. Muchas veces, en el trabajo o para mi familia, me han dicho que soy un pilar, pero yo creo que simplemente es por mi carácter. Al principio me parecía un poco exagerado, pero para mi familia, desde que se murió mi madre, a pesar de ser la pequeña, resulta, que sí, que ahora soy yo la que ocupa su lugar.
    Muchas veces pienso en cómo me hubiera llamado si hubiera nacido en otro país, por eso de que mi nombre es el de la Patrona de España, y por eso he pensado en esas otras mujeres con nombres tan distintos al mío pero tan típicos de sus lugares de origen.

    ResponderEliminar
  4. Yo soy Inés.
    Santa Inés, virgen y mártir, ésto último precisamente por negarse a perder su virginidad frente al acoso del mancebo Procopio, ya que la había consagrado a su divino Esposo.
    El nombre es toda una tradición en mi familia.
    Lo demás, parece ser que no.

    Dichosa tú, Pilar, que el día de tu santo no vas a trabajar y seguro que todo el mundo se acuerda de felicitarte.

    ResponderEliminar
  5. Pues sí, de mi santo no se acuerda nadie (excepto mis madres y marido), pero ya me encargo de resarcirme en el cumple: 25 de Julio, Santiago Apóstol, patrón de España.
    Mi madre, toda una encantadora dama, quiso ponerme Santiaga.
    Sin comentarios.

    ResponderEliminar
  6. Yo solo conozco dos pilares personalmente y, la verdad, el sentido común brilla por su ausencia. Creo que te llevaste tu el de las dos.

    ResponderEliminar
  7. Oye, Inés Matapollos, lo de que se acuerden de felicitarte está bien, pero también tiene su lado malo, porque todo el mundo espera que invites a algo. Ese día en mi casa hay comida familiar, y el resto espera por lo menos, un aperitivo o una merienda, merienda cena o cena, que todo vale.
    Definitivamente, Titajú, mucho mejor Julia.
    Malbicho, no sé si será cierto eso del sentido común. Intentar lo intento.

    ResponderEliminar
  8. ¿Te llamas Julieta, Titajú? Pero no como diminutivo de Julia, sino Julieta así mismo... Un compañero mío ha tenido dos años de recursos y follones con un juez porque no consintió en ponerle Julieta a su hija en el registro, amparándose en que no era nombre, sino diminutivo. Qué pasada. Ahora el juez parece que está en vías de ser expedientado.

    ResponderEliminar
  9. Pues los nombres de las que andáis por aquí me parecen muy bonitos, de los de siempre...
    (Bueno, el de mal bicho no lo conozco).
    Por cierto, mi apellido no es Matapollos..., ¡era ya lo que me faltaba! Sólo es una tontería de mi niño.

    ResponderEliminar
  10. Oye Inés, ¡que ya me lo imaginaba! pero cuando iba a poner la coma entre tu nombre y tu apodo, me gustó como quedaba.
    Eso ,Titajú, lo de Julia fue un lapsus, epro ahora clares ya me ha hecho dudar. A mí me gusta mucho más Julieta y el juez ese vaya ignorante. ¿Es que no ha oido hablar nunca de Romeo y Julieta?

    ResponderEliminar
  11. Ese juez no tiene ni idea, lo que tiene es mala leche.
    Si le hubiesen puesto Victoria Federica Julieta de Todos los Santos a lo mejor se la colaban.

    Seguro que sí permite esos nombres de culebrón que se les ponen ahora a los niños: Braian Jesús, Hamilton Antuán, Jenniffer de la Pradera, Conchita Florinda (no, éste no).

    Pilar, también aquí nos gustó mucho cómo quedaba lo mío. ;)

    ResponderEliminar
  12. ¿Y qué pasaría si vivieses en Huerta de Rey?... jajajaja... ¿También hay significado para esos nombres?...

    Besos.

    ResponderEliminar
  13. Buscando el nombre de Pilarica me apareció esta entrada de tu blog. Me parece curioso que estando en al otro lado del charco, si en Sudamérica, en Venezuela, me pase algo muy parecido a lo que te pasa a ti. Si, yo también me llamo María del Pilar, y soy Pily. Desde pequeña me han llamado así, la familia, los amigos, en la escuela. Al cambiar de colegio en el 4to grado de primaria me empezaron a llamar Pilar y así me quede hasta llegar a la universidad. De hecho llego a correr un rumor entre mis compañeros de carrera, que no me llamaran María o Ma.del Pilar porque me molestaba, algo totalmente falso. A lo largo de mi vida y en la actualidad la gente me ha llamado en todas las variantes posibles, Maripily, Mariapily, María, Mary, Pilar,Pily, Pil, Pilis,Pilarica. Lo cierto es que por mucho tiempo he luchado ya que no terminaba de aceptar mi nombre, capaz algo tendrá que influir inconscientemente el trasfondo de su selección (casi que fue una decisión por descarte, para no colocarme el nombre que quería mi padre, y que paradojicamente el es el único que me llama por mi nombre completo). Por otra parte el María es tan común, tan desabrido, hay tantas Marias en mi familia, en fin. Hoy puedo decir que aunque internamente me siento como una Pily (lo dice mi firma, mi facebook, mi twitter), yo soy María del Pilar, y me siento orgullosa de llevar mi nombre. Además, lo mejor es que esa combinación no es común acá, por estos lares.

    ResponderEliminar
  14. Gracias por tu comentario, Pily. De hecho gracias a él he vuelto a leer este post que escribí hace tanto tiempo, y sigo pensando lo mismo que cuando lo escribí. Bienvenida a mi sofá!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares