De vuelta en Monte Alto

Ya de vuelta de las vacaciones os voy a aclarar un poco porqué en mi presentación indico que soy coruñesa y de Monte Alto.Buscando cosas sobre mi barrio en la web me encontré este artículo del 14 de abril de 2007, en La Voz de Galicia, firmado por David Ventureira que creo que explica muy bien lo que sentimos los vecinos de mi barrio.
"La capital de la ciudad
Barrio a barrio Monte Alto
Epicentro del carnaval, los nativos se sienten tan identificados con la zona que no se quieren marchar. Pero el paseo marítimo ha revalorizado el suelo.
Sostienen los CTV (Coruñés de Toda la Vida) que ser de A Coruña es como tener un título universitario. Si damos como cierta la hipérbole, nacer en Monte Alto equivaldría a ser catedrático. «La capital de A Coruña», llaman a este barrio, el más enxebre y carnavalesco de la ciudad.
¿Qué les echan en el agua a los de Monte Alto para que tengan el orgullo tan alto? «Ay, qué preguntas haces», responde Raúl Rodil, tabernero con solera, «coruñés de la calle Trabajo». Su bar, el excéntrico O Canto do Cuco, lleva un tiempo cerrado porque Raúl convalece tras sufrir un achuchón. En cinco minutos de charla, lo paran cuatro personas en la calle Orillamar. ¿Qué distingue al montealtino , Raúl? «Y yo qué sé». Una quinta persona lo saluda.
-Hola, Raúl. Hace mucho que no te veo...
-Coño, es que no vas nada por el hospital...
Ríe Raúl. Reímos los demás. Ha respondido indirectamente al periodista. Los montealtinos se distinguen por su sentido del humor. «Siempre, y no sólo en carnaval», defiende Kubala, de la comparsa Monte Alto a 100, una de las más activas del carnaval herculino. O Canto do Cuco está cerrado, pero quedan tascas dabondo . Más abajo está el Odilo, el único lugar del mundo con un monumento al mando a distancia, pues exhibe el palo que durante tantos años sirvió para cambiar de TVE a La 2.
Pasa una señora en bata y zapatillas. Ha bajado a comprar el pan y La Voz de tal guisa, como si la calle fuese una prolongación de su salón. Raúl, que ni se inmuta al ver la almodovariana escena (de cotidiana que le resulta), recomienda al periodista ir al bar Pardillo, «porque Pardillo sabe mucho del barrio».
Allá vamos. Está en la calle Arenal. Un perro se cruza en el camino. «Vamos, Djukic, vamos», anima su dueña al chucho. ¿Nacería de penalti? «Sólo a alguien de Monte Alto se le ocurriría llamar Djukic a su perro», dice, al conocer la anécdota, uno de Os Mallos que se está tomando un café en el Pardillo. Preguntamos por el dueño y nos recibe Milín Gómez, que es de la zona de los Nuevos Juzgados y compró el negocio hace una semana. «En este barrio la gente es maja a más no poder», sentencia. En este bar en el que se vela a la sardina en Carnaval son sagradas las partidas de las tardes. Llega el veinteañero Iván Pardo, hijo de Pardillo. «Es el mejor barrio que hay. Tranquilo, nunca pasa nada. Y tenemos playas alrededor y el centro a un paso».
Barrio selecto
Ni «harto de grifa» se mudaría a otro barrio. Como tantos otros chavales autóctonos. «Los jóvenes de Monte Alto invierten en el barrio. La gente que ha crecido aquí no se quiere mover. Es algo que pasa mucho en el Agra y en Monte Alto», sostiene la encantadora Iratxe Mendizábal, directora de la inmobiliaria Faro de Mera-Comprarcasa. Quedarse supone desnutrir el bolsillo. «La zona está cara. Ahora estoy ofreciendo un piso de dos dormitorios, con plaza de garaje, por 34 millones [204.344 euros]. Es de lo más barato que se puede encontrar por aquí. Desde que se hicieron el Paseo Marítimo y los museos, Monte Alto pasó a ser un barrio selecto», se extiende Iratxe.
El empuje juvenil se siente también de noche en el barrio que parió a Os Diplomáticos y a Los Kilomberos. Es una zona de movida emergente. Empezó el Mardi Gras y muchos lo han seguido. El local de moda está en la calle Justicia, se llama Puticlú y es un nuevo acierto de la gente del bar de Juan.
De la noche, al día. David Pena es el presidente de la asociación vecinal. Está haciendo la compra en un supermercado de Ramón del Cueto. Le pedimos una lista para que se la compre el gobierno local: una actividad constructiva más planificada, más transporte público, menos gaviotas, más plazas de aparcamiento y un centro juvenil y de día en la antigua cárcel. Ah. Y que se atajen las goteras de la torre de Hércules, que aspira a ser patrimonio de la humanidad. «La gente de Monte Alto ya es patrimonio de la humanidad», sentencia Quique, que por algo nació en la calle Faro."

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