Dos cosas que no suelo hacer


Este fin de semana, he hecho dos cosas que no suelo hacer. Llevo una temporada que no tengo mucho tiempo para leer, por eso en el blog podeis ver desde hace ya unas semanas que estoy leyendo “La Ladrona de libros” de Marcus Zusak, y aunque me está gustando, por el día no tengo un hueco para sentarme a leer y por la noche, cuando llego a la cama estoy rendida, así que ahí sigue en la mesita de noche, esperando a que mis ojos se posen sobre él.
Pero este sábado haciendo la compra hice la primera de las dos cosas que no suelo hacer: comprarme un libro en un hipermercado. Yo suelo comprar los libros en las librerías de toda la vida porque me encanta entrar y pasearme entre los mostradores repletos de libros, abrirlos, ojearlos, olerlos y empezar un diálogo con el librero (no tiene porque ser masculino) que parece haberse leido todos los libros que hay en su establecimiento. También me gusta, mejor dicho, me encanta pasear por las Ferias del Libro, es una especie de ritual que creo que le estoy contagiando a mi hija. También me gusta ser socia del Círculo de Lectores porque me hizo mi padre hace mucho tiempo y además me permite estar al día de las novedades, mirar la revista con calma y leer los argumentos y las críticas de los lectores de las novelas. No puedo mentir, y he de reconocer que he comprado también en más de una ocasión libros de bolsillo en los aeropuertos, porque no hay nada más aburrido que ir sentado, encajonado, en un asiento, si nada para leer, pero añadir 1 kilo más al peso de mi bolso cuando viajo, no lo aguantaría mi columna vertebral.
Pero este sábado al entrar en el hipermercado había una pila de libros casi interrumpiéndome el paso, así que no tuve más remedio que fijarme en el título: “La última lección “de Randy Pausch y me acordé de un post que leí hace un mes y que me había llamado la atención. Y aunque se me hace raro llevar un libro en el carro de la compra al lado de la leche, el detergente y otras cosas necesarias para la logística doméstica, lo cogí igualmente.
Esa noche, en el sofá, hice la segunda de las cosas que no suelo hacer: empezar un libro cuando todavía no he terminado el anterior. No me gusta llevar dos historias a la vez, no me permiten apasionarme con la historia con la misma intensidad que si sólo estuviera leyendo una. Rarezas mías. Pero allí estaba el libro, encima de la mesa del salón, con un título sugerente (soy docente, y eso de la lección me llama mucho) y una historia atractiva (cómo se enfrenta uno a sus últimos días). Así que no me pude reprimir y le fui infiel a La Ladrona de libros. Y no me arrepiento.
Es más, os lo recomiendo. No busquéis en él una prosa literaria de calidad. Es una narrativa sencilla para contar cosas cotidianas que se convierten en grandiosas y que por momentos nos hacen reflexionar. Leyéndolo me acordé de la cita de Shopenhauer que subtitula este blog ”Utiliza un lenguaje ordinario y di cosas extraordinarias”.

Comentarios

  1. Yo ya no compro libros; me he comprado un "iliad", libro electrónico, y es lo mejor que he podido hacer, porque el espacio de esta casa es limitado y el volumen de libros empezaba a ser preocupante.
    El "iliad" me permite leer los libros que quiero con un precio excelente (ya sabes de donde los saco, ¿verdad?), tanto clásicos como modernos, con la ventaja de poder llevar en poco espacio tres mil libros si quiero, poder hacer anotaciones, poner la letra cómoda para mis ojos, y sobre todo, borrarlo si no lo soporto.
    Si por casualidad me regalaban o compraba un tostonazo, en la estantería se quedaba paer secula seculorum.
    El iliad es tinta electrónica, no ordenador, y si ni lo has visto, no puedes juzgar (yo lo odiaba antes de conocerlo, y hablaba de cosas tipo el olor del papel, el placer de abrir una página...).
    Y por leer, estoy leyendo cuatro libros a la vez: "La Divina Comedia", "Realidad" (en Crisolín, para llevar en el bolso), "la Debacle" y "la puerta del destino". Este último es para descargar el cerebro cuando Zola se me hace denso. Y es que Agatha Christie me ayuda a desconectarme, y la uso muchas veces.
    En estos momentos, sólo leo en el "iliad" "La divina Comedia", porque sólo hay uno en casa y tengo que pelearme por su posesión con mi marido.
    Cuando vuelva de Islandia (que también me estoy chapando la guía), leeré el que has recomendado.

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  2. Pues no, no había oido hablar del Iliad, pero voy a investigar y como mi santo está cerca, muy cerca, a lo mejor si me interesa, lo pongo en la lista que dejo por ahí por si quieren hacerme caso en cosas que me gusta que me regalen. Aunque visto lo visto de las últimas celebraciones, creo que no le prestan la atención adecuada.
    Lo que sí no podría hacer es como tú leer 4 libros a la vez. No los disfruto. Y Dios, hace siglos que no leo a Ágatha Christie!

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  3. Gracias por visitar mi blog, aquí me he venido a visitar el tuyo y me he entretenido un ratito.

    ¿Has podido serle infiel a La Ladrona de libros?, vamos, vamos... :-)) yo lo he leído hace muy poco y me gustó muchísimo, creo que es un libro que merece mucho la pena... al principio parece un poco soso, de hecho se lo recomendé a una amiga y al principio me decía que ni fú ni fá pero que luego ya no lo pudo dejar...

    el otro que dices no lo conozco pero tengo tantos pendientes que ya no sé por donde seguir y como voy a clases de inglés también he de dar cuenta de las lecturas del curso... me faltan horas...

    yo suelo leer a la par que la novela de turno, poesía... los libros de poesía están por todos lados, varios autores... entonces leo un poemilla por aquí otro por allá y cuando tengo más tiempo pues me pongo con la novela... así no me va mal.

    bueno, pues que gracias y vuelve cuando quieras... creo que volveré a visitarte,

    biquiños,

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  4. Hola, soy nueva por aquí, pero me ha llamado la atención la frescura de tus comentarios en otro blog y la naturalidad con la que escribes de tus cosas. Y tienes toda la razón, eso de comprar los libros junto con las latas de atún y demás tiene un punto raro. Yo lo hago de vez en cuando, porque a veces no me puedo resistir ante el libro.
    Lo de leer varias cosas a la vez es mi pura especialidad, y no tengo ningún inconveniente en serle infiel a un libro, ya que nunca lo soy con las personas. Incluso me he atrevido a dejar tirados algunos, porque se lo merecían.
    Yo también soy docente como tú. Ánimo, que acabamos de empezar. Saludos

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  5. Aldabra, gracias por pasarte por aquí. Pues la verdad, aunque parezca difícil sí que le he sido infiel, pero creo que por una razón justificada y además por muy poquito rato, porque La última lección se lee en un suspiro y de corrido.
    Clares, gracias por tus piropos, pero de todos modos no tiene mucho mérito porque escribo como soy, así que no tengo que hacer ningún esfuerzo porque tampoco podría hacerlo de otra manera.

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