No me gusta Halloween


Se acerca el día y ya me estoy poniendo de mal humor. Bueno, aquí no tanto, porque la verdad lo noto menos.
Halloween. Esa versión descafeinada del carnaval que tienen los americanos. Esa degeneración del All Hallow's Eve (Víspera del Día de los Santos), que se celebraba en tiempos remotos en países anglosajones y que tiene origen celta. Por si no lo sabéis, aunque con el perfil de la mayoría de los asiduos a este blog, seguro que sí, el año celta se terminaba al final del verano (sólo tenían dos estaciones, verano e invierno),el 31 de octubre. Entonces se recogía el ganado, y se creía que en esa fecha los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar. Para evitarlo, los celtas ensuciaban sus casas y las decoraban con todo tipo de cosas horribles, para que los muertos se asustaran y pasaran de largo. Hasta ahí, todo bien, al fin y al cabo algo, o mucho, de celtas, tenemos.
Pero que eso se haya convertido al saltar el charco, en la fiesta del “trick or treat”, es decir, del “truco o trato”, para que unos “inocentes niños”, te llamen a la puerta cada cinco minutos para conseguir caramelos o cualquier otro tipo de recompensa a cambio de que no te gasten una “inocente broma” como arrojarte huevos, si son podridos mejor, o en el mejor de los casos espuma de afeitar, pues ya no me hace ni pizca de gracia.
En mi anterior lugar de residencia, en la que la presencia de grandes empresas multinacionales, provocaba que gran parte de sus habitantes fueran extranjeros, de procedencia anglosajona en su mayoría, tal día como mañana, se convierte en una marea de adolescentes que se disfrazan de esqueletos, brujas, vampiros y toda clase de esperpentos, y recorren la ciudad llamando a las puertas para conseguir unos caramelos que probablemente terminen en la basura. El timbre suena cada dos minutos, desde que se pone el sol hasta alrededor de las 12 de la noche. Las reservas de huevos se agotan en los supermercados, y al día siguiente, los barrenderos tienen doble trabajo, para limpiar todo eso.
Puede ser que yo pertenezca a un barrio que tiene una cultura propia del carnaval, puede ser que me gusten las tradiciones de mi país, puede ser que crea que no pinta nada celebrar una tradición de un país en otro distinto, puede ser que piense que ponerse una máscara no es excusa para volverse un maleducado. El caso es que no. No me gusta Halloween.

Comentarios

  1. Pues a mí tampoco, en absoluto. Todo, ya ves, termina degenerando en nuestro mundo. El culto a los muertos es algo antropológico, pero esto ya ha perdido sus raíces auténticas. Ahora es culto a la horda juvenil y trivialización de la muerte.

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  2. Menos mal que estas nuevas costumbres no van en detrimento de las autóctonas.

    Hace tiempo, sí se celebraba la noche de difuntos. Con disfraces, en familia, el tenorio, la venganza de don mendo... jajajaja... qué atrás ha quedado todo eso.

    Besos.

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  3. ¡Si la Santa Compaña levantara la cabeza!
    Con lo divertido que era encerrarse en casa los días de frío contando historias de miedo y de muertos.
    Lo menos creíble es la justificación histórica que le quieren dar a esta fiesta en Galicia.

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  4. Clares, me alegra que compartas mi disgusto por esa fiesta, pero a mí, Matapollos, también me encantan las historias de la Santa Compaña, que además se puede aparecer en cualquier época del año, pero claro, en Difuntos es más apropiado. Y lo del Tenorio, esa sí que es una buena costumbre Kapi.

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  5. ¡Ostras! Es verdad, Don Juan Tenorio.
    "¿Conque hay otra vida más
    y otro mundo que el de aquí?
    ¿Conque es verdad, ¡ay de mí!,
    lo que no creí jamás?"

    Hace años siempre lo ponían en la tele por estas fechas, en mi casa nos lo sabíamos de memoria.

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